A propósito de Lolol, Valle de Colchagua, Chile, desde donde proviene esta lana y la inspiración.
Ya que luego de conocer el lugar, las ovejitas y el colorido, además de otras cosas, me hicieron pensar que había o yo tenía que hacer algo con todo ese material (tanto el intangible como el tangible).
Creo que hay pocas cosas que se pueden hacer con las manos, que sean más amables. El trabajar con lanas, es de por sí suave, calentito, sólo necesitas un poco de lugar, no un gran taller, pedacitos de tiempo y puedes obtener un objeto lindo, cariñoso, bello.
He explorado varios medios de expresión (incluidos los gritos), pero éste es el más acogedor de todos, no hay que luchar con nada, ni disfrazarse, ni mancharse, ni tener que dedicar horas y horas de exclusividad a esta labor. Seguro que por eso las dueñas de casa, (animales en extinción), la tenían dentro de sus labores preferidas y de esparcimiento.
Toda esta introducción es para poner o incluir unos cuadros, del pintor chileno Alfredo Valenzuela Llanos. Pintó a Lolol, yo encontraba que se recargaba al rosa, un poco mucho (cuando veía sus óleos colgados en el museo). Pero hoy que conozco el lugar, veo claramente, que no se equivocó, el atardecer, al contrario del Sur, de Chile (que lo conocía más), no es ROJO, es ROSA.
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